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Imagen: Cat by Tehmeh |
A continuación les presento cinco relatos de terror no apto para mentes sensibles; los dos primeros (Platillo Gourmet y El Aquelarre) participaron en el 1er. Concurso de Microcuentos de Terror "Microterror I" de El Círculo de Escritores. ¡Feliz perturbación, jejeje...!
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Platillo Gourmet
Con deleite y placer, Jeffrey saboreaba el crudo bocado engullido; su paladar gourmet disfrutaba de la jugosa víscera que masticaba lentamente. Después de irrumpir y someter brutalmente a la joven dueña de aquella casa, le había hecho escoger entre ella y su mascota, así que la aterrada chica, desesperada, prefirió que se comieran a su gato en vez de a ella, por lo que Gurrumino terminó convertido en la deliciosa cena de Jeffrey... ¡Oh! Pero para mañana el festín prometía ser muchísimo más apetitoso y excitante, después de todo, la suculenta chica ya no contaba con más opciones para elegir...
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Imagen: The Witches by Lauren Cannon |
El Aquelarre
El eclipse se levantaba sobre aquel paisaje yermo y arruinado, mientras los cuervos graznaban, ensordecedores, provocando un eco que se confundía con los cánticos de una persona que celebraba un extraño ritual a orillas del pantano. Su voz tronó y figuras dantescas empezaron a surgir del infecto cieno, moviéndose en macabra danza mientras sus ojos infernales dejaban adivinar su naturaleza maldita y sin alma. Los reanimados cuerpos se revolvían espantosa y horrendamente hacia el invocador, con las fauces abiertas, en un rictus espeluznante y atroz, con claros deseos de devorar a quien se ofrecía como holocausto para aquel siniestro aquelarre.
Muerto viviente
Esto es algo que no puedo explicar y aún no alcanzo a comprender. No sé cómo pasó, pero mi corazón no late y mis órganos están empezando a descomponerse dentro de mí. No debería, pero puedo sentir el fétido olor de mis entrañas pudriéndose, ya que un halo de muerte me rodea y mi cadavérica transformación me arrastra sin misericordia hacia lo inexorable. Nadie… nadie puede imaginarse lo horrible que es estar muerto y ahogarse en el limbo de la reanimación. Nadie tiene idea de lo espantoso que es ser un zombi y que los demás te vean así, con esa expresión de asco y horror. Sinceramente no creo que pueda soportar por mucho tiempo esta situación… El desespero y la angustia me consumen, mientras observo con pavor como poco a poco mi piel se corrompe y se cae a pedazos cuando me toco. Al mirarme en el espejo ya no me veo a mí mismo, porque ya no queda casi nada de quien fui… solo veo un despojo, restos de la persona que era en vida. No necesito comer, ni respirar. No amo, no siento, soy simplemente un cuerpo muerto que camina, como si hubiese sido reanimado por algún nigromante infernal. Es enloquecedor, perturbador... Me gustaría llorar pero no puedo, me gustaría gritar, pero no sale ningún sonido de mi exánime garganta Es espantoso saber que mi condición empeora y que con cada minuto que pasa, me voy transformando en un execrable monstruo, en una abominación repugnante sin más sentido que deambular en una inexistencia eterna… Soy un muerto viviente… es por ello que necesito hacer algo mientras pueda… Es por ello que debo destruir este cuerpo maldito sea como sea…
***
- ¡Rápido, Jules, date prisa! Debemos calmar al paciente del 13, tiene una nueva crisis y es necesaria otra dosis de Lorazepam.
- ¿Ese fue el que entró por intento de suicidio? Es necesario que el doctor revise el tratamiento, últimamente las crisis se están volviendo más frecuentes. ¿Cuál fue el diagnóstico del paciente?
- Sufre de un desorden mental hipocondríaco… Síndrome de Cotard del tipo II… pobre, en verdad lo compadezco… ¡Vamos, Jules, inmovilízalo mientras yo lo inyecto!...
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The Black Cat by Frank Browning |
La Apuesta
Estoy desesperada, ya no sé en donde más meterme, esa diabólica criatura seguro tiene algo que ver, porque cuando traté de escapar, la puerta y las ventanas estaban cerradas y me fue imposible abrirlas. No sé porque tuve que hacer esa maldita apuesta, ahora debo esperar a que amanezca, para salir con vida y apenas son las tres de la madrugada, ¡mierda!… me gustaría llamar a alguien, dejar un mensaje, pedir auxilio, pero no puedo, la desgraciada batería de mi celular está muerta y por ahora, lo mejor es mantenerme lo más silenciosa que pueda… para que ese monstruo no pueda encontrarme. Sé que el closet puede que no sea el lugar más seguro, pero… ¿en dónde carajos podría esconderme? ¿DÓNDE…? ¡Shhh! E… está cerca… Oigo como eso arrastra las pezuñas en su pavoroso caminar… abrazo mis piernas y me vuelvo un ovillo en el rincón oscuro donde me oculto… estoy… estoy temblando, qui… quiero llorar pero me tapo la boca tratando de tragarme mis sollozos. Siento que la sangre se me congela en las venas y creo que mi estúpido corazón me delatará por lo fuerte y ensordecedor que late. ¡Dios! Mi desesperación aumenta y la paranoia me invade. Aprieto los puños pero no llego a sentir como se entumecen mis manos. De... debo controlar mi pánico, sí… definitivamente esa cosa no debe encontrarme aquí, no… o estaré perdida, ¡oh, Dios! Siento un terror indescriptible al saber que mi vida pende de un hilo, la adrenalina me inyecta su sobredosis pero debo ser fuerte… cierro mis párpados con fuerza mientras entierro mi cabeza entre mis rodillas y brazos… pero… pero… ¡siento su respiración cerca! ¡No puede ser, Dios mío, nooo! Nunca pensé que fuera a pasar esto, no pensé que… que fuera a transformarse en esa cosa tan horrible… ¡Maldita sea! ¡Nunca debí haberle dado de beber sangre humana al condenado gato...!
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Imagen: At the office by Andree Wallin |
En la oficina
Relatos Extraños I - CC by-nc-nd 4.0 - A. Gaudionlux
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