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¡Muchas gracias Gabriel F., por tus recomendaciones y sugerencias para este relato!
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—¡Hola madre,
buenos días! ¿Cómo se siente? Mmm, ¿no me va a regalar una sonrisita? La noto
un poco pálida, creo que debería levantarse de esa cama y salir a tomar un poco
de sol, sé que no le gusta, pero debería
hacerlo, ¿sabe? Por favor no se molestes conmigo, no me mire así, lo digo por
su bien, madre… Sí, sí, ya lo sé, siempre me lo ha dicho, «que debemos evitar a
los extraños, que la seguridad del hogar es nuestra fortaleza, que no debemos
salir ni conversar con nadie porque la gente anda pendiente es de hablar a
espaldas de los demás»… ¿Sabe, madre? Le voy a confesar algo, perdone por decir
esto… ¡pero por favor no se enfade conmigo!... Bu… bueno, en un principio yo no
le entendía, en un principio pensé que usted no me quería… yo pensé que usted
me odiaba, que usted estaba loca... ¡p… perdón, madre, perdón, no me mire así!
¡Dé… déjeme terminar, por favor…! Mire, yo lo pensé, es decir, pensé que era
una obsesión suya, una manía… sus castigos, los golpes,
sus gritos… recuerdo cuando
me quemaba con el tenedor después de calentarlo en la hornilla, para que no
olvidara que si no me portaba bien, Satanás vendría a buscarme… a…aquello era
muy doloroso, madre, yo lloraba por dentro porque si usted me escuchaba
entonces me volvía a repetir el castigo… usted fue muy estricta, madre… pero
ahora lo entiendo todo, sé que lo hacía por mi bien, para cuidarme… ¡Ja, ja,
ja, ja!… qué tonta era yo, madre, todo era por mi bien, ¿verdad? Las veces que
usted me castigó golpeándome las nalgas con un tubo de goma, cuando perdía una
pelea en el colegio, me decía que tenía que ser una mujer fuerte y que no podía
dejarme vencer por nadie… luego… luego usted me sacó del colegio… yo… yo me
enfurecí mucho con usted al principio por haber hecho eso, madre, pero luego
entendí. Usted solo deseaba cuidarme, usted deseaba que no sufriera afuera, se
preocupaba por mí. Por eso me prohibía salir, me prohibía hablar con los
vecinos, mirar por la ventana… yo agachaba mi cabeza y aceptaba sus órdenes,
sus leyes, sus reglas, que en un principio me parecían déspotas, inhumanas,
pero a medida que fui creciendo, empecé a entenderlas mejor… ¡Todo era por mi
bien!
¡Discúlpeme,
madre! Por favor disculpe mis locuras de niña, mi incomprensión… sé… sé que la
hacía molestar y por esa razón usted me escarmentaba, ahora sé que el dolor en
la mejor maestra… mmm, ¿está bien, madre? ¿Desea que le acomode la almohada un
poco mejor? La noto un poco incómoda en la cama… Venga, vamos a desayunar, ¿sí?
Le traje avena, mire, ¡está rica, mmm!... madre, coma un poco, por favor. No
siga así tan seria, coma algo, ¡por favor!, tome un bocado, ande… ¡asíííí, ahí
viene el avioncitooo, ñuuumm! ¡Madre, por favor, abra la boca, ya no sea necia!
Mire que si no come se va a poner débil y usted siempre ha sido una mujer
enérgica, imponente, una mujer temida, madre… ¿Sabe algo? Esos vecinos son unos
metiches, pareciera que no tienen más nada que hacer que venir a molestar o
andar cuchicheando por los pasillos… ¿Oye eso? Ahí está de nuevo el conserje…
¡qué hombre tan fastidioso, Dios mío! ¡¿Hasta cuándo va a seguir llamando a la
puerta?! Ahora le dio por venir a molestar con esa tocadera a cada rato. ¿Acaso
no entiende que no deseamos recibir visitas, que nos gusta estar solas? Además,
usted está delicada madre y sé que no desea recibir a nadie estando así en
cama… siempre le ha gustado que la vean fuerte, en pie de lucha… ¡La admiro
mucho, madre! Y... y… bueno, sé que usted no es de andar saliendo por ahí, pero… ¿cuándo se mejore cree que
podremos ir y dar una vuelta para celebrar su recuperación? Sí, sé que no
debería, pero… pero… creo que estaría bien que tomara un poco de sol y cambiara
de aire… ¡madre por favor, es que a usted ni siquiera le gusta abrir las
persianas! ¡Jumm!, mire que a su edad usted
ya debe dejarse cuidar y yo soy más fuerte… ¿Y sabe algo? Aunque se
moleste conmigo, la llevaré a tomar un poco de aire fresco, ¡sí señor!… Madre,
ya no me mire así, por favor, no… no se ponga de malcriada... ¿P… por qué mejor
no deja que la peine un poco?, para que esté bonita… regáleme una sonrisa,
¿sí?... Mmm, ¿ve? ¡Así está mejor! Yo siempre la voy a cuidar, madre y nadie
nos separará nunca, ¿sabe?... ¡nunca!… ¡Oh!, ¿escucha eso, madre? ¿Qué será
todo ese ruido y alboroto afuera? Debe haber pasado algo porque se escuchan
sirenas… ¿Qué inconscientes? ¿Acaso no saben que hay una anciana enferma aquí
que necesita reposo y tranquilidad? ¡Ese ruido seguro la hará alterar! ¡Shhh,
shhh…! Tranquila, madre, no pasa nada, todo está bien, ya esa gente se irá y si
no, yo saldré un momento y les diré unas cuantas cosas, ¡es que no hay derecho,
por favor! Bu… bueno, madre, yo voy a dejar que usted descanse un poco y
mientras iré al recibo porque… de...
debo hacer algo, me da un poco de miedo pero e… estoy decidida, madre… e… es
necesario, además, creo que vienen unas visitas… no, no se preocupe, madre, no
me mire así, por favor, es algo que solo yo puedo hacer… debo hacerlo… y… y ya verá que estaremos siempre juntas,
madre, ¡siempre!… ¡Debo darme prisa!... voy a apagar la luz para que esté más
cómoda pero no la voy a dejar a oscuras, así que dejaré unas velas encendidas…
¡Te… te amo, madre! ¡Con permiso!
***
La
policía llegó rápidamente al edificio Rider-Waite de la calle 9 del barrio
Marsella y dos grupos se aprestaron a entrar en el apartamento 2-2, luego de
que el conserje diera aviso telefónico indicando que tenía días tratando de
contactar a sus ocupantes pero nadie abría la puerta por más que llamara; le
preocupaban la anciana de 65 años y su hija de 26 quienes vivían ahí y que,
aunque eran un poco asociales y ermitañas, igual eran sus inquilinas.
Los
efectivos policiales subieron hasta el apartamento y llamaron a la puerta
varias veces, sin obtener respuesta, por lo que de inmediato procedieron a
ordenar al conserje que usara su llave y abriera. Apenas lo hicieron y la
puerta franqueó el paso, un nauseabundo y pútrido olor golpeó de lleno sus
sentidos haciendo que algunos sintieran arcadas. Entraron en tropel y
encontraron a una mujer que aparentaba unos treinta y tantos años postrada en
unos de los sofás, con la mirada perdida, empotrada dentro de un rostro
lánguido y demacrado; llevaba un vestido casero bastante descuidado y sucio y
estaba despeinada. Dos oficiales le hablaron a la inerte mujer y trataron de sacarla de aquel estado
cataléptico pero ella no respondía.
Otros empezaron a revisar el pequeño y modesto departamento, el cual estaba
desordenado y sucio… y uno de ellos no pudo evitar un desagradable escalofrío
al encontrar, para su sorpresa, el cuerpo de una mujer bastante mayor acostada
en una cama y en avanzado estado de descomposición, rudimentariamente
momificada y rodeada de velas encendidas que proyectaban lúgubres sombras alumbrando
de forma pavorosa y siniestra, la habitación y el cadáver. La mujer fue
detenida y llevada a una institución mental. Luego se supo que la anciana
estaba muy enferma y ya tenía casi tres semanas de haber fallecido al momento
de ser hallada junto a su hija.
(Historia basada en hechos reales…)
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