Imagen by Sarolta Bán |
El tiempo
se deshace como arena en un reloj y la vida se condensa en un instante mientras
saca su memoria por cucharadas. No sé si sea el momento para filosofar sobre el
sentido de la existencia pero no puedo evitar pensar en los «si hubiese…», ya
que me comienzo a cuestionar todas aquellas veces que, por alguna u otra razón,
pospuse algo que debí o quise hacer y no hice. Decir que me arrepiento sería
exagerar, porque a estas alturas no voy a lamentarme por lo que no pudo ser,
creo que mi vida perdería algo de brillo o de sentido si lo hago.
Ante mi vista
pasan escenas, momentos, lugares, personas, recuerdos y todo un cúmulo de
sensaciones envolventes y trastocantes. Siento deseos de llorar, de reír, de
abrazar, de avergonzarme, de no dejar ir… aquel dolor intenso y desgarrador que
me asfixiaba con su látigo ya hace rato que se convirtió en entumecimiento y
sopor. La vida se me escapa gota a gota por la brutal herida que recibí, dibujando
inmutable y caprichosa, un abstracto y rojizo charco que me recuerda lo frágil
y complejo que somos. Las elecciones que hice durante mi tránsito por este mundo
las llevo a cuesta y era lógico que terminaría de esta manera siendo lo que
soy. Pude completar mi trabajo, ¡oh, sí! Fue una lucha intensa, encarnizada y
finalmente ultimé a mi objetivo, pero ese objetivo también me dejó su determinación
marcada con un profundo tajo en mi estómago. Una simple sonrisa es mi tímida
respuesta a la estupidez humana… o para qué negarlo, a la estupidez mía.Ahora la muerte me mira impávida y me espera paciente, como un perro a los pies de su amo. El carrusel de mi vida sigue exhibiéndose ante mí; quisiera poder despedirme de esa persona que lo es todo y decirle lo que no le dije cuando podía… un pesado frío me circunda y siento un vacío agobiante que, inclemente, me recorre. Poco a poco mi respiración se convierte en un escarpado risco difícil de escalar. ¡Tengo ante mí tantos colores…! Colores que se van apagando y diluyendo en esa espesa y desesperante oscuridad que con delirio comienza a besarme…
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